La prostitución es un negocio que mueve miles de millones en todo el mundo, pero al no ser legal en muchos países, tampoco se puede saber realmente el alcance definitivo que tiene. Lo que sí parece claro es que la inmensa mayoría de las personas que la ejercen son mujeres. De hecho, esta proporción, que suele de ser del 90% frente al 10%, se hace aún más patente en los países más “ricos”. En Asia y Latinoamérica sí que podemos encontrar más hombres dedicados a este tipo de servicios, y aun así, en su mayoría ofrecen servicios a otros hombres. La conclusión es que la prostitución, sea de chicos o de chicas, casi siempre tiene un consumidor masculino. Ellos son los que pagan por acostarse con alguien, los que están dispuestos a entregar dinero por sexo. De hecho, se diría que hay muy pocas mujeres que estén en esa misma posición… pero cada vez son más, en realidad.
Las mujeres también tienen ese tipo de necesidades, aunque en nuestra sociedad se haya implantado la idea de que una chica siempre puede tener sexo si quiere. Esa eterna batalla entre la necesidad de los hombres y la reticencia de las mujeres es un mito que todavía se mantiene fuerte en nuestros días. Como si todos ellos estuvieran desesperados por poder disfrutar de un poco de pasión ardiente y salvaje. O como si ellas no tuvieran esas mismas necesidades, incluso ya las tienen cubiertas por una pareja. ¿Qué diferencia entonces a hombres y mujeres a la hora de pagar por sexo? En realidad, absolutamente nada. Tal vez el tipo de servicios que pidan, o las necesidades de discreción que buscan. La prostitución sigue estando muy mal vista por sectores conservadores de la sociedad, e incluso dentro del propio feminismo. Pagar por sexo es algo deleznable, pero nuestro sistema parece entender que los hombres lo hagan para saciar esa desafiante necesidad sexual. Las mujeres, que deben ser más recatadas y no están tan excitadas, no tienen dicha necesidad. Sin embargo, la realidad nos demuestra que los gigolós también suelen tener mucho trabajo en estos días.
Hombres que se ofrecen por dinero
¿Qué es un gigoló en realidad? Muchas personas han tenido contacto, aunque sea de forma sutil, con el mundo de la prostitución. Han conocido a una prostituta, o más comúnmente, a hombres que las buscan para pagarles por servicios sexuales. Sin embargo, no es tan habitual encontrar a hombres que tengan precisamente ese oficio y además, solo se entreguen con las mujeres. La mayoría de chicos que se dedican a la prostitución, de forma esporádica o profesional, lo hacen para satisfacer las necesidades de otros hombres. Incluso aquellos que no se consideran gais, ni siquiera bisexuales, terminan aceptando esos servicios, porque son los más habituales y les permiten vivir de ello. Los gigolós, sin embargo, solo están con mujeres, normalmente de entre 30 y 50 años, que buscan buena compañía y por supuesto, también acción en la cama.
Cualidades muy especiales
No hemos de preguntar, en realidad, qué es lo que debe tener un chico para ser gigoló, puesto que este artículo está centrado en la visión femenina. Lo que debemos preguntarnos es qué buscamos nosotros en un chico así, para tener la necesidad, o al menos la intención de contratarlo. ¿Qué nos ofrece un gigoló que no podamos encontrar en un bar una noche cualquiera? Por lo pronto, seriedad y educación. Estos chicos, ya sean más jóvenes o más maduros, están acostumbrados a tratar con mujeres, por su trabajo. Y no hablamos de flirtear con ellas o tratar de convencerlas para que acaben en la cama. Eso ya lo hacen de manera profesional, así que se centran en conseguir que las chicas estén cómodas.
Esa cercanía y esa complicidad es difícil de encontrar con un chico cualquiera. Y si se encuentra, lo hace después de muchos días, tal vez semanas. ¿Estás dispuesta a esperar tanto para vivir una noche inolvidable? Los gigolós no son solo elegantes y caballerosos, sino también atractivos. Es parte de su trabajo mantenerse en forma y ofrecer una imagen pulcra y sensual, al igual que hacen las prostitutas. Y si nos centramos ya en el aspecto sexual, estos chicos tienen mucha experiencia en todo tipo de placeres morbosos. Son expertos en complacer a las mujeres, incluso en ese tipo de fantasías que nosotras no contaríamos a nadie, porque son demasiado prohibidas… La discreción y el encanto de estos hombres, tanto en público como en privado, te enamorarán desde el primer momento, así que razones no te van a faltar para escogerlos.
Servicios que ofrecen
Los gigolós, al igual que los demás trabajadores del sexo, ofrecen una gran variedad de servicios, en un repertorio que cambiará de uno a otro. Los más veteranos suelen contar con especialidades como el sexo duro y BDSM, masajes, etc… Lo habitual es que cualquier gigoló, incluso los más novatos, ofrezcan servicios como la penetración, el sexo oral e incluso el anal. Esto ya dependerá de cada profesional, pero incluso aquellos que no los realizan de forma habitual pueden hacerlo por un precio especial. Debes entender que la que lleva el mando, la que decide, al final siempre vas a ser tú. El chico está ahí para complacerte, así que cambia el chip y no pienses tanto en él, sino en lo que tú necesitas y deseas, para saciarlo de una vez por todas.
Las tarifas de los gigolós suelen ser algo más altas que las de las prostitutas. Esto se debe a la poca oferta que existe en comparación, y en la necesidad de estos chicos de ofrecer servicios muy personalizados y especiales a sus clientes. De hecho, muchos gigolós apenas tienen a unas pocas clientas que, aun así, les mantienen con los pagos por sus servicios. Son una alternativa muy buena también para cualquier amiga a la que queramos dar una buena sorpresa, o incluso para disfrutar de un trío con esa amiga del alma con la que siempre lo hemos hablado. La mente abierta es la principal cualidad que debemos tener a la hora de disfrutar con uno de estos profesionales.
Dónde encontrar a estos chicos
Vamos a imaginar que ya tienes clara tu decisión y quieres probar el sexo con uno de estos chicos, aunque te cueste un poco más de lo que pensabas. El siguiente paso, por supuesto, es encontrar al amante adecuado. ¿Dónde están los gigolós? Por discreción, estos profesionales no suelen ser tan fácilmente rastreables como las prostitutas, así que debemos buscarlos en sitios muy concretos. Hay agencias exclusivas que ofrecen contactos con estos gigolós. También en páginas y plataformas de Internet podemos encontrar algunos perfiles de este tipo, aunque no demasiados, la verdad. La comparación entre ellos puede ser una buena forma de saber cuál es el chico apropiado para nosotras. La opción de buscar en páginas personales de Internet, siendo que algunos tienen sus propios espacios web para anunciarse, también puede ser una alternativa. El caso es terminar encontrando a ese amante que te haga gozar de verdad.