Las diferencias entre hombres y mujeres a lo largo de la historia han sido notables en todos los aspectos, sentidos y terrenos que podamos imaginar. Desde la propia biología, que nos ha hecho diferenciarnos ya desde el mismo nacimiento, hasta la cultura o la forma de entender el placer. El feminismo pugna por una igualdad de derechos tanto sociales como individuales, basándose en la limitación que el hombre ha hecho de la mujer en todos estos siglos. Ningún sexo o género debería quedar por detrás del otro, y esa es la verdadera lucha, aunque sepamos de antemano que es imposible una igualdad real en todos los sentidos. La propia forma de entender el sexo ha marcado incluso los designios de vidas enteras, reduciendo a la mujer, en muchas ocasiones, a ser objeto de deseo del hombre. El varón puede disfrutar del placer sexual, pero la mujer solo está para satisfacerle. Evidentemente, las cosas han cambiado mucho en los últimos tiempos, y todo está yendo a mejor.
Y es que al fin y al cabo, la manera de entender el sexo también se ha ampliado bastante en estas últimas décadas. Una liberación sexual que ha traído consigo mucho debate, mucha polémica, y sobre todo, una expansión del espectro sexual tanto en hombres como en mujeres. A finales de los 80, la comedia romántica Cuando Harry Encontró A Sally se convirtió en todo un hito, gracias especialmente a una escena en particular. La inolvidable cena entre los personajes principales, interpretados por Billy Cristal y Meg Ryan, quien decide fingir un orgasmo en medio de un restaurante lleno de gente. La divertida escena, no exenta de morbo, se tomó como un gag más dentro de la película, peor mostraba también la manera en la que una mujer debía enfrentarse a su propio placer. Fingiéndolo durante las relaciones, en algunas ocasiones, para no “ofender” la virilidad del hombre, pero sin quedar realmente satisfecha con ese encuentro sexual. Las mujeres ahora buscan ese placer, por su cuenta o en compañía, como único fin del sexo. Se enfrentan así a esa visión cerrada que solo las ve como futuras madres, aludiendo al sexo como vía reproductiva, y no como divertimento placentero.
Un tabú histórico
El sexo no ha sido siempre un tabú, a pesar de lo que muchos nos intentan vender a posteriori. Hay épocas en la historia en las que el placer sexual ha estado incluso vinculado a lo sagrado, a lo espiritual, como una forma de conectarnos con lo que hay más allá. El tabú histórico sobre el sexo comienza, precisamente, cuando religiones más cerradas se apropian del concepto de moral. Cuando un sacerdote, para más inri célibe, alude al sexo como algo pecaminoso y demoníaco, imponiendo su visión, el tabú queda conformado. Si el placer ya era negativo de por sí, en el caso de la mujer se convertía en un imposible. Los hombres podían ser hipócritas, santurrones de cara al pueblo pero puteros en la intimidad.
La honra de lasmujeres les impedía disfrutar del sexo, o si quiera conocer el placer. Durante siglos la situación se ha mantenido de la misma forma, subyugando el placer femenino al masculino en el mejor de los casos. Millones de mujeres han vivido sin saber siquiera lo que es un orgasmo, al no tener la posibilidad de disfrutar de un sexo consentido y ardiente para ambos. El hombre simplemente tenía relaciones con ellas para satisfacer sus propios deseos o tener descendencia. Esto fue cambiando poco a poco, conforme las mujeres exploraban nuevas visiones de su posición en el mundo. En los años 60 se dio un gran movimiento de liberación feminista, y muchas de esas chicas desataron sus inhibiciones y se lanzaron al sexo libre. Fueron pioneras en la búsqueda de un placer femenino diferenciado de la propia reproducción sexual, algo que todavía tiene ecos en el feminismo actual.
El placer femenino más allá de la penetración
Centrándonos en el orgasmo en sí, las mujeres son mucho más sensibles que los hombres en este sentido. De hecho, la ciencia ya ha descubierto que una mujer puede disfrutar de diferentes tipos de orgasmo. El más popular, por supuesto, es el orgasmo vaginal, que suele alcanzarse a través de la penetración, en una relación sexual típica. Sin embargo, existen otras alternativas, algo diferentes, y que incluso son ajenas a la penetración. El orgasmo clitoriano, por ejemplo, se da con la simple estimulación del clítoris, un punto hipersensible en la parte superior de la vulva. Las mujeres pueden llegar a este orgasmo por sí mismas a través de la autoexploración, y también con ayuda de diversos artilugios, juguetes y aparatos sexuales, muy de moda en los últimos tiempos.
Pero hay más. La estimulación de otras zonas erógenas como el ano o los pezones puede llegar a ser suficiente para que la chica tenga un orgasmo. De hecho, hay mujeres que alcanzan antes ese punto climático de placer a través de caricias en esas zonas que de la propia penetración. Para un hombre es mucho más simple, bastará con estimular la zona genital, hasta llegar al punto de la eyaculación. Una mujer, sin embargo, cuenta con diversas alternativas, y su estado máximo de placer no es tan evidente. De ahí que muchas puedan fingir un orgasmo durante una relación, sin que el chico sepa realmente si ha llegado a ese punto o no. De hecho, hay estudios que hablan incluso de orgasmos inconscientes durante el sueño, y orgasmos producidos por el ejercicio físico, como el levantamiento de pesas. La excitación femenina, de hecho, tiene un componente psicológico muy importante, algo que ha sido obviado durante siglos y que ahora está empezando a estudiarse en profundidad.
¿Cómo conseguir un buen orgasmo?
Las limitaciones y los tabúes sobre el placer femenino han provocado que a día de hoy, las mujeres todavía tengan muchas limitaciones a la hora de obtener sus orgasmos. Incluso algunas, criadas en ciertos entornos conservadores, evitan masturbarse por considerarlo algo negativo y pernicioso. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que la autoexploración sexual es una de las mejores formas de conocernos a nosotros mismos, liberarnos del estrés y las preocupaciones. Llegar al orgasmo por nuestra cuenta es también posible y muy beneficioso, utilizando juguetes o simplemente con nuestras manos, aprendiendo a tocarnos y a disfrutar de nuestro momento de placer especial.
La ventaja actual es que disponemos de una herramienta de conocimiento sin igual en la Historia de la Humanidad, y gracias a ella podemos aprender cualquier cosa por nuestra cuenta. Hablamos de Internet, por supuesto, un canal de aprendizaje que nos permitirá entender mucho mejor lo que estamos sintiendo por el placer. De hecho, los vídeos eróticos y pornográficos también pueden tener su parte educativa, y nos muestran una forma especial de comenzar a jugar con nuestra sexualidad. El tabú sobre el orgasmo femenino ya casi ha desaparecido por completo, y las mujeres ya no se avergüenzan por mostrarse activas sexualmente. Esto abre una nueva forma de entender las relaciones, mucho más igualitaria, que nos llevará a un nuevo paradigma social y sexual.