El matrimonio es uno de los pasos más importantes que una pareja puede dar en su vida común, solo superado por el hecho de tener hijos. Y es que cuando llevamos mucho tiempo de relación con una persona, el paso natural parece ser pasar por el altar, o al menos, por el juzgado, para hacer que esa unión sea efectiva al cien por cien. Si bien en los últimos años las uniones de hecho ya están casi equiparadas legalmente a los matrimonios, todavía son muchos los que deciden casarse para formalizar esa relación. Y es cierto que también muchos de esos matrimonios, casi la mitad, terminan en divorcio. ¿Fracasa el amor? ¿La manera en la que entendemos las relaciones? ¿O es que simplemente el ser humano no está hecho para pasar el resto de su vida con una persona, salvando algunas excepciones?
El matrimonio no supone más que un paso legal (o ante Dios, si lo queremos ver así también) para formalizar una relación en la que no debería cambiar nada en ese momento. Sin embargo, el simple hecho de estar casado ya es casi una imposición, a veces una carga, que hace que muchos se sientan atrapados en la relación, y aparezcan los problemas. Es muy posible que esos mismos problemas hubieran aparecido si la relación seguía adelante sin pasar por el trámite del matrimonio, por pura rutina, pero el caso es que cuando la pareja lleva ya un tiempo junta los problemas sexuales comienzan a ser importantes, haciendo que en muchos casos la situación se vuelva complicada y compleja. En este artículo te vamos a dar algunas claves sobre estos problemas más comunes y también cómo solventarlos.
Problemas sexuales más comunes en el matrimonio
Si ponemos de media que una pareja se casa a los 30 años, cuando está seguramente en su pico sexual, es natural que a lo largo del matrimonio las relaciones sexuales ya no sean tan intensas ni tan continuadas en el tiempo. Que se den de forma más esporádica, por la llegada de los niños, por la propia rutina o la falta de ganas… Esa rutina es uno de los principales motivos por los que se dan estos problemas sexuales, que pueden tener que ver también con la presión y el estrés. Lo habitual es falta de apetito sexual, es decir, no tener ganas de hacerlo, o incluso tener problemas de erección, en el caso de los hombres, que provoque que las relaciones sean mucho más complicadas, incluso menos habituales. En el caso de las mujeres, la libido se suele ir perdiendo de forma natural a partir de los 40 años, hasta la etapa de la menopausia, lo que hará que las relaciones sexuales sean mucho más esporádicas.
Qué causa estos problemas
El propio paso del tiempo y la rutina son dos de los factores que más suelen afectar en los problemas sexuales de una pareja. Nos conocemos muy bien y sabemos cómo hacernos disfrutar después de tantos años juntos, pero es como que se pierde un poco esa llama tan intensa del inicio de la relación, como que ya no hay tanto que disfrutar porque esa otra persona ya no nos atrae como antes. El aburrimiento y la rutina son muy comunes en los matrimonios de mucho tiempo, pero también el estrés puede causar esos problemas. Vivimos en un mundo que nos lleva continuamente a estados de ansiedad, con el trabajo, con las facturas, teniendo que sacarlo todo adelante y afectándonos negativamente a la hora de tener encuentros íntimos con nuestra pareja. Los problemas de estrés suelen ser mucho más peligrosos para los hombres, porque afectan directamente a su rendimiento sexual.
¿Pueden los problemas sexuales poner fin a tu matrimonio?
Como con cualquier otra cosa dentro de una relación de pareja, si ambas personas están en lugares diferentes de la relación, si no son capaces de encontrar un punto común en el que compartir sus experiencias y compensar todo lo que les pueda faltar, los problemas sexuales pueden llevar al fin prematuro a un matrimonio, especialmente cuando empiezan a darse ya antes de cumplir los 40. Y es que el sexo es necesario dentro de una relación, para disfrutarlo, para compartir algo íntimo con nuestra pareja, para demostrarle nuestro amor y sentirnos deseados… Y si falla el sexo, lo demás también puede empezar a fallar, provocando un cataclismo que acabe fracturando por completo aquello que habíamos ido construyendo durante tanto tiempo.
Posibles soluciones
Lo primero que se debe hacer si se tienen problemas sexuales es hablarlo en pareja. No hacer un mundo de la situación, sobre todo al principio, para que no nos afecte aún más. Encontrar el origen del problema suele ser la alternativa más eficiente, porque así podremos quitarnos de encima todo lo que nos pueda limitar, y seguramente lo soluciones con esfuerzo y tiempo. Hablar las cosas es algo básico en cualquier pareja, y es que la comunicación es lo que nos permitirá mantener la llama encendida. No se deben buscar culpables en este tipo de problemas, incluso cuando hay alguien que parece estar sufriéndolos más, porque esa carga mental no ayuda para nada en la evolución y la mejora de la situación. En un último caso, podemos acudir a un especialista médico, o incluso a terapia de pareja.
Cuándo acudir a terapia de pareja
Para muchos, acudir a terapia es casi como una ofensa para sí mismos y para la relación, porque consideran que si tienen que acabar en un sitio así es porque su matrimonio ha fracasado. Y es precisamente lo contrario, uno acude a terapia de pareja para evitar que su relación fracase, para enmendarla y solucionarla de la mejor manera posible. El momento de acudir a terapia puede ser cualquier en el que sintamos que la situación ya ha llegado a un punto insostenible, y que en cualquier momento esto se puede romper. Hemos de hacerlo de mutuo acuerdo, por supuesto, porque si uno de los dos no lo tiene claro al final la situación va a ser muy complicada de arreglar. Si ambos queremos recuperar esa llama de antes, si queremos mantener viva la pasión dentro de la pareja, lo mejor es pedir ayuda a un profesional cualificado que nos permita ver las cosas desde otra perspectiva, sirviendo como apoyo para mejorar todo aquello que haga falta para que el sexo deje de ser un problema en la relación y vuelva a ser una de las partes buenas de la misma.